Aunque el aeropuerto había permanecido operativo durante más de 80 años, es la escala absolutamente enorme y la sorprendente forma de la terminal, concebido por el arquitecto alemán Ernst Sagebiel entre 1934-1936 (sobre la base del masterplan de Albert Speer), lo que más llama la atención de esta colosal edificación. La audacia del arco metálico con más de 50 metros en voladizo que resuelve la cubierta de la terminal y la claridad del diagrama funcional son aún, a pesar del origen nazi de la construcción, lo que coloca al aeropuerto berlinés como ejemplo de resolución ingenieril magistral. Tempelhof es el precursor y el modelo antecesor de las actuales super-terminales diseñadas por Foster, Piano o Rogers.
El último vuelo despegó de la enorme plataforma de Tempelhof y voló a Mannheim, casualmente el lugar de nacimiento de Speer.
El arquitecto Ernst Sagebiel había dirigido el despacho de uno de los grandes arquitectos pioneros del movimiento moderno, Erich Mendelsohn (1887-1953), que tuvo su sede en Berlín hasta el advenimiento de los nazis en 1933, tras lo cual se trasladó a Gran Bretaña debido a su origen judío, después a Palestina, y finalmente en 1941 a los Estados Unidos.
En 1914, Mendelsohn había diseñado un espectacular aeródromo, de enormes dimensiones. De línea curva, una sala central de gran altura, se extendía en un cuerpo bajo horizontal para recibir hasta seis aeronaves, albergando además hangares para aviones y talleres a cada lado. Nunca recibió el encargo de construir un aeropuerto, pero Sagebiel pudo llevar a la práctica estos planteamientos en Tempelhof.