A menudo se cree que los formatos únicamente dan respuesta a las dimensiones de los pliegos, los lienzos o los bastidores, estableciendo relaciones entre sus diferentes dimensiones. De este modo se organizan a nivel industrial las dimensiones del papel, basándose en el número √2 para establecer todas las relaciones entre las partes y el todo. El formato se entiende por lo tanto como una estructura interna, como una regla geométrica bajo cuyo mandato nacen las diferentes series Din A, Din B o Din C. En el caso de los lienzos que sirven de soporte a la pintura artística el formato determina en función de las dimensiones de sus bastidores, los arriostramientos o rigidizadores que se multiplican y colocan respetando esa función. Los formatos son al fin y al cabo estructura, la informática lo sabe bien. Un disco duro debe ser formateado, es decir ser dotado de una estructura interna de campos y pistas, para que la información pueda ser almacenada allí. El formato es por lo tanto orden, un orden que relaciona las partes mediante una unidad de medida, un módulo que garantiza la armonía del conjunto. Los formatos son entonces leyes compositivas, como lo son los ordenes arquitectónicos clásicos, que brindan unidad y proporción a una estructura para garantizar su belleza. Si en el papel en blanco la relación es √2, en la arquitectura clásica todo depende del radio del fuste de la columna en su base. Con esa dimensión puede dibujarse el diámetro, y con él la altura de la columna, y después el intercolumnio y así proseguir hasta llenar por completo la página en blanco con una arquitectura regular y metódica llena de relaciones y proporciones. Una arquitectura formateada plasmada en su papel cuyos lados son relación de...
Read MoreEn 1998 Peter Zumthor concluyó la construcción de la pequeña capilla de Sogn Benedetg. El Edificio venía a sustituir la iglesia barroca, construida en el pueblo suizo de Sumvitg que había sido destruida por una avalancha de nieve. La iglesia original sabía del riesgo al que se exponía por lo que uno de sus contrafuertes se había especializado en forma de proa para contrarrestar la fuerza de la caída de la nieve. Un aparcamiento de nueva construcción sirvió de tobogán artificial a la nieve acumulada y todo fue inútil. La nueva capilla adopta una forma que recuerda el vértice apuntado de la original. Zumthor construye la forma a partir de una lemniskata y se vale por tanto de la función matemática para resolver la geometría de la planta y la contundente volumetría. El volumen se presenta en la ladera con un revestimiento continuo en el que la puerta aparece como un elemento añadido, tanto al exterior, como desde el interior donde dos pilares cortan el umbral de acceso anteponiendo la estática estructural al detalle particular del acceso. Pero además Peter Zumthor cuenta con un poderoso aliado para construir el edificio, el tiempo. El revestimiento de pequeñas tiras de alerce no tiene ningún tratamiento, por lo que está expuesto con crudeza al clima de las montañas suizas. La oxidación natural de la madera y el paso del tiempo han ido tiñendo de marrones oxidados y de colores plateados toda la superficie pero de manera irregular. La oxidación depende de los rayos ultravioletas, de los vientos dominantes y de la zona más expuesta a la lluvia por lo que el tiempo, lento pero imparable constructor, ha ido esculpiendo una variedad de tonos que enriquecen la superficie del edificio, en función de la orientación. Si el norte esta más expuesto al viento y la lluvia, el sur lo esta a la erosión que provoca sobre la madera el sol. Así el envejecimiento ha ido creando una pátina en la envolvente que realza la forma de la capilla, su lado curvo queda matizado por la gradación de tono que adquieren allí las tejuelas de alerce matizando cada generatriz de la curva. En el lado opuesto, sobre la arista se encuentran de forma radical las dos orientaciones opuestas dejando allí en el contraste entre las piezas más y menos deterioradas el tiempo transcurrido y poniendo de manifiesto que el tiempo es quizás el mejor de los...
Read MoreCuando en 1923 Sigfried Giedion pronunció su discurso frente a los estudiantes de diseño durante la semana de apertura de la Bauhaus, su mensaje principal fue el de “escuchar al material y destapar la vida oculta de lo amorfo”. Para destapar el arte atrapado en la materia no hay que excavar sino tallar, por que tallar es cortar, pero también es dibujar, destacando lo importante respecto de lo superfluo. Constantin Brancusi explicó que taller era el verdadero camino hacia la escultura. Así lo demuestra en las diferentes versiones de El Beso, su respeto por el bloque era tal que estaba decidido a quitar la cantidad mínima de piedra para representar a una pareja abrazada. El esclavo inacabado de Miguel Ángel también da testimonio de esta manera de actuar. La pieza del reo, una de las cuatro que decoraría la tumba del Papa Julio II, parece intentar escapar de la masa de piedra que lo atrapa, como si el lento tallado del maestro únicamente retirase la materia que lo contiene. Ni el mejor artista tiene idea de lo que contiene en potencia un bloque de mármol dentro de su masa, declaró el propio Miguel Ángel, dejando claro que en el bloque pétreo hay una escultura latente y que el escultor no es su creador, sino únicamente su libertador. Al fin y al cabo como en El Beso de Brancusi la materia abraza a la forma y sus características como la dureza, la textura o el peso no deben sólo verse sino sentirse para representar la verdadera naturaleza del material. Puede que cuando Brancusi afirmaba que el artista debe saber cómo sacar el ser que está dentro de la materia, no se refiriese a la pieza o escultura sino a la energía interior del bloque, a su esencia, su verdadera naturaleza, que en ocasiones será un esclavo, en otras un bloque geométrico y en otras una pareja imposible de separar....
Read MoreRechazar la mirada directa de los ojos puede ser síntoma de vergüenza o timidez, así suele interpretarse cuando alguien nos baja la mirada. Pero en algunas culturas como la japonesa es síntoma de respeto. Para el arquitecto este gesto puede ser de sumisión. Mies baja la mirada para meterse en el espacio y así adaptarse a la escala de la maqueta. Al bajar sus ojos, desciende el punto de vista y con él, el horizonte igualándose al del lugar construido con cartón, madera y metal del modelo tridimensional que ocupa su mesa. Se transforma así el arquitecto en usuario, en visitante que recorre el edificio proyectado y que con su mirada adiestrada intenta confirmar las sensaciones que en sus dibujos y bocetos previos había intuido. La maqueta no es un objeto muerto, no es una representación que busca engrosar la figura publicitaria del arquitecto cuando coloque la primera piedra. Es por el contrario una herramienta, un material en el que construir el proyecto, probar las ideas, testar las formas, comprobar los volúmenes y corregir los errores. Es por tanto un boceto, del mismo modo que lo es un trozo de papel con un apunte, pero tridimensional y por tanto susceptible de ser recorrido con la mirada por sus entrañas, de modo que se anticipen los espacios futuros y que puedan ser reordenados por aquellos que los esculpen. Frank Gehry lo hace con microcámaras como las de las endoscopias que recorren nuestro organismo durante una operación quirúrgica, pero Mies no disponía de esa tecnología y lo hace bajando la vista, escalando su mirada. No siente vergüenza, sino respeto por el espacio que la arquitectura va a construir en un...
Read MoreCuentan que a Jorn Utzon le gustaba exclamar “Nada hasta África”, mientras observaba el mar desde lo alto de los acantilados donde se sitúa su primera casa en Can Lis, Mallorca. Tal vez sea esta expresión la mejor forma de describir el paisaje en el que se sitúa la casa, ya que aunque aquellos que la han visitado saben que se llega a la casa cruzando el pequeño barrio residencial de Porto Petro, el contexto de la casa es el acantilado y el mar, además del tiempo. Un tiempo ancestral, primitivo, casi primigenio, un tiempo contradictoriamente atemporal. Utzon utilizó los materiales del lugar, bloques pétreos extraídos de las canteras cercanas, vigas y dinteles de hormigón armado y baldosas de arcilla acompañando las losas de piedra del suelo. Al fin y al cabo utilizó materiales comprados en los almacenes de construcción locales, pero que en las manos del maestro se convirtieron en arquitectura. Su proyecto es en esa doble vertiente una síntesis del lugar, de un lugar amplio que engloba el paisaje, la artesanía, los materiales y la cultura del mediterráneo. La casa parece la de un pastor de la Grecia clásica y al mismo tiempo es un templo cretense, una ruina descubierta en un yacimiento y una atalaya para ver el horizonte. Es todas esas cosas y ninguna de ellas. Pero sí es una máquina para ver el Mediterráneo, que juega con la luz del mar que se queda atrapada en las ranuras que la sierra abrió en las piedras al ser cortadas y que Utzon no dejó a los albañiles lijar para mantener esa honestidad de la antigüedad. Es una decisión que puede acercarse a la tomada por Alvaro Siza en el auditorio de Llinás del Vallés, donde sus los ladrillos han sido colocados al revés mostrando su reverso, con el código de fabricación y las marcas de la extrusionadora. La textura gana a la abstracción industrial, remarcando lo vivo del material y su proceso de fabricación, a pesar de las máquinas, cercano al adobe primitivo. Y es por esa naturalidad por lo que la casa de Utzon es a un mismo tiempo antigua y moderna, atemporal, como lo es el mediterráneo y la propia...
Read MoreNuestra cultura y lenguaje nos lleva a menudo a exponernos al riesgo de llegar a conclusiones superficiales, basadas precisamente en informaciones tomadas de la epidermis de las cosas. El consumo de imágenes rápido y veloz menosprecia la búsqueda de una verdad interior. La “buena facha” es según el diccionario aquella que define el buen aspecto o manera de mostrarse a la vista. En el caso de la arquitectura su rostro está definido por la fachada. El rostro, la apariencia facial es en el ser humano un elemento esencial de la identidad. Si la cara es el espejo del alma, la facha dada a la construcción es capaz como en esta gran roca de las ruinas de Nebatea en Mada´in Saleh en Arabia Saudi, de transformar la naturaleza en arquitectura. Luego será el ojo crítico el que en lugar de detenerse en el atractivo directo y sensual del color, la textura o el material, profundizará para valorar las formas y los espacios que encierran las superficies y analizarlos a través de lo que revela su estructura interna. En la arquitectura, al igual que en los organismos vivos la piel se lee, bien por afirmación o bien por negación, como un reflejo de las estructuras internas del cuerpo. Los tejidos de la cara expresan las emociones del individuo, por la acción de los huesos, músculos y la mímica, al igual que la fachada se modula por la apertura de los huecos, las juntas de sus materiales y por el reflejo de los rastros de sus soportes internos. Y aunque la superficie de la arquitectura se presente como un velo suelto, siempre se requerirá de una leve estructura que lo ciña y relacione con la faz que recubre, obligando a la arquitectura en última instancia a dar la...
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