A lo largo de la historia no son muchos los edificios que han adoptado la geometría del círculo para su planta. Por contra, ese número pequeño de edificios ha ofrecido grandiosos edificios de la historia de la arquitectura. El Panteón de Agripa o San Pietro in Montorio en Roma, junto al patio del palacio de Carlos V en Granada son los grandes proyectos circulares de la antigüedad. De alguna manera la geometría del círculo perfecto está ligada a pensamientos científicos, a ideales de perfección y puede que de este doble punto de partida naciese el proyecto utópico de Louis Boulée, el Cenotafio de Newton. Una esfera de 150 metros de altura sostenida en una base circular ajardinada y recubierta de cipreses. Esta arquitectura visionaria de Boulée concentra toda su potencia expresiva en su resolución formal, en la fuerza de la esfera que a través de pequeñas perforaciones deja pasar la luz hacia la penumbra interior generando una representación teatral del universo, en homenaje a Isaac Newton. La utopía de la propuesta, seguramente irresoluble técnicamente, no le ha restado ni un ápice de su poder propositivo y embaucador desde un punto de vista estético.
La arquitectura contemporánea está por contra incorporando el círculo, como en el caso de Mansilla y Tuñón, que recuperaron el lenguaje de los círculos para la propuesta del nuevo Ayuntamiento de Lalín. Un sumatorio de cilindros, llenos y vacíos que operan entorno a un lenguaje de circunferencias. Un gran vacío circular crea un patio central que resuelve el acceso y las comunicaciones del edificio con el exterior. Internamente, una escalera en espiral en el centro del edificio conecta la planta baja y la primera. La geometría de circunferencias obliga a un sistema de comportamiento en curva y los círculos superpuestos establecen un tapiz casi matemático, una especie de regla que recuerda a piezas del pasado. El nuevo ayuntamiento es un antiguo castro celta, un asentamiento de la antigüedad, típico de la región, reinventado. Las piezas del edificio se asientan en el lugar dispersándose, sin una jerarquía clara, al igual que lo hacían las construcciones de los poblados celtas.
También para llamar al pasado, aunque desde un punto de vista cultural, a finales del mes de marzo abrió sus puertas el nuevo centro de visitantes para el Museo de Alesia, ubicado en Borgoña, Francia. Diseñado por Bernard Tschumi Architects, el museo marca el lugar de la batalla histórica entre los romanos, liderados por Julio César, y los galos, liderados por Vercingetorix. El edificio inaugurado es el primero de los dos proyectados. En medio de la campiña, marca mediante un volumen cilíndrico perfecto la posición de los romanos durante la batalla. El nuevo centro de interpretación se construye mediante una celosía de madera, al igual que las fortificaciones durante los años que duró el asedio. La cubierta del edificio recupera la huella de éste con un jardín, en el que se han plantado árboles y césped, camuflando la presencia del edificio cuando se vea desde la colina cercana.
poblado somolo
En el año 2015 se finalizará el segundo edificio, una ampliación del museo situada en la posición de los galos durante el asedio, es decir, en la cima de la colina sobre la que se situaba la ciudad. También mediante su planta circular, marcará esta posición mientras muestra su gran distancia formal con los edificios del antiguo poblado, aunque recupera la piedra original de las edificaciones galas para su epidermis. La geometría cilíndrica de ambos volúmenes genera un vínculo entre ambas edificaciones, mientras los materiales empleados hablan de los dos bandos enfrentados en la batalla. Al vincular las dos estructuras con la ubicación topográfica de ambos contendientes, el propio paisaje que rodea el ámbito se introduce en la visita al museo, ya que éste recrea el campo de batalla. La estrategia de otorgar de este modo mayor presencia al acontecimiento histórico, frente a los nuevos edificios, refleja el interés de Tchusmi por generar una arquitectura respetuosa con el lugar, no únicamente físico, sino también entendido como lugar histórico. Además la geometría circular le otorga cierta compacidad, o si se quiere cierto minimalismo formal al edificio, una característica que los arquitectos han definido de silencio respetuoso, lo que resuelve el imperativo de la modestia exigido por los arqueólogos de las excavaciones de Alesia. Pero tal vez la característica más acertada de la propuesta del arquitecto suizo es que ha sabido mantener la contemporaneidad de su obra siendo al mismo tiempo respetuoso con el contexto en ese sentido amplio que hemos observado. Así, el entramado de madera de la piel exterior que fue creado para rendir homenaje a las estructuras de madera que los romanos construyeron durante la época de la batalla, es un brise-soleil vanguardista, que permite filtrar la luz que entra al volumen interior de vidrio, ayudando a mantener así la temperatura constante en el interior. En esta misma dinámica el jardín de la azotea que ayuda a fusionar el edificio con el terreno, también filtra el agua de la lluvia que es recuperada para usos logísticos en el edificio. Una vez más se demuestra que la arquitectura más que de épocas o estilos, entiende de soluciones, siendo la de las plantas circulares una solución tan vigente hoy como hace diez siglos, eso sí, apoyada hoy por un lenguaje más propio de la modernidad pero desde el respeto a sus valores arquitectónicos.
VAUMM _ iñigo garcía odiaga _ publicado en ZAZPIKA 22.04.2012