Fue un gesto rotundo. Construir un puente atirantado sobre ningún río. En 1960, la fábrica Papelera Mantua Burgo decidió la producción de diseños de papel especialmente largos que requerían máquinas de casi 160 metros para su fabricación. Los propietarios de la fábrica solicitaron a Nervi un diseño libre de pilares que permitiese una gran versatilidad para el uso de esta maquinaria o incluso una mayor en el futuro. PierLuigi Nervi, responsable del proyecto dibujo un arco atirantado de 200 metros, para encontrar la estructura colgante más barata que resolviese las necesidades funcionales de la fábrica. El resultante obtenido con la papelera de Mantua coloca el proyecto entre los más modernos y avanzados de su época en Italia.
El edificio muestra al menos tres de las obsesiones de la modernidad, que en los años 60 se ha convertido en casi una religión: la flexibilidad, el gusto por la ingeniería como síntoma de progreso y el heroísmo de los clientes y arquitectos que glorifican la experimentación.
Por si la construcción no fuese suficientemente monumental, el edificio fue ampliado visualmente por la adición de unas rayas horizontales en fachada hacia el río, que dan la impresión de que el edificio tiene 7 plantas en lugar de las 2 que lo conforman.