Entre 1948 y 1960, Philip Johnson, construyó el que es uno de sus edificios más desconocidos, el Reactor de Investigación Nuclear para la Universidad de Rehovot, en Israel. Johnson fue contratado por Shimon Peres, que ocupaba el cargo de ministro de defensa, dentro de un plan de colaboración entre EEUU e Israel.
La masa de hormigón característica de una central nuclear, se adapta aquí a una construcción que tipológicamente hablando rememora un monumento de la antigüedad. A medio camino entre una casa típica de Mesopotamia, un templo egipcio o un claustro medieval, la planta parece querer representar una ruina atemporal, posada sobre la pequeña colina en la que se asienta.
Con unos 250 pies de largo y 120 pies de ancho el rectángulo que contiene el hermético edificio, sirve de base a la masa cónica de hormigón que alberga el reactor nuclear y que fácilmente se asocia a las grandes tumbas de la antigüedad. La base de esta «tumba» masiva, contiene los laboratorios de investigación, que se agrupan en torno a un gran patio, un claustro monacal, cuyas columnas en forma de cono invertido reinterpretan el pilar minoico.
El edificio podría ser fácilmente confundido con una mezquita abandonada, con una ruina en medio del desierto o con un monumento de una cultura perdida. Tal y como el mismo afirmó: “El reactor nuclear en Rehovot, es mi templo en el desierto.”