Los edificios del transporte

El periodo vacacional del verano llenará de actividad aeropuertos, estaciones y terminales. Estos son los edificios del transporte, edificios con una inmensa carga funcional, cuyo objetivo primordial es resolver las necesidades del viajero, pero que a menudo también soportan importantes requerimientos expresivos, ya que se atesoran el valor de ser la carta de presentación de una ciudad, una región o un país.Algunos de los edificios siempre más representativos de un evento internacional del tipo de unas olimpiadas, exposición universal o fórum de las culturas, son aquellos que resuelven la accesibilidad a la ciudad convocante.

Nuevas estaciones de tren, remodelados aeropuertos o ampliaciones de terminales acompañan en estos acontecimientos a la construcción de los pabellones o estadios olímpicos.A diferencia de los segundos, los grandes edificios ligados a las infraestructuras del transporte pasan desde el momento de su inauguración a convertirse en patrimonio de la ciudad y de sus ciudadanos y se incorporan directamente a la calidad de los servicios que la ciudad ofrece a sus habitantes.

Desde la revolución industrial en la que la implantación del tren produjo la aparición de las grandes estructuras metálicas abovedadas que resolvían las estaciones de las capitales europeas, hasta la actualidad, no se había reconsiderado la tipología y el papel que estas edificaciones juegan en el desarrollo de la ciudad.Estas infraestructuras del transporte de pasajeros siempre se estructuran a partir de sus circulaciones, la entrada y salida de viajeros, su conexión con la ciudad, los andenes, salas de espera y demás elementos que resuelven la compleja funcionalidad de estas instalaciones. Pero es también innegable la capacidad expresiva que estas arquitecturas atesoran, al hablar por si solas de la capacidad tecnológica de los medios de transporte de una ciudad o de convertirse en el intercambiador entre transporte y ciudad, es decir en la puerta de entrada del viajero en el entorno urbano.

Tal vez uno de los primero edificios en explorar estas cualidades desde la óptica de la arquitectura contemporánea fue la terminal de ferrys de Yokohama en Japón, obra del estudio FOA. Cuando en 1994 Alejandro Zaera y Farshid Moussavi ganaron el concurso internacional para la construcción de la terminal marítima, no fueron conscientes de la gran repercusión que su edificio tendría en la arquitectura de vanguardia y en la concepción futura de las instalaciones de pasajeros. La concepción del edificio de Yokohama presenta varios enfoques provocadoramente novedosos, para producir una obra única y rica en su vivencia, percepción y recorrido. La idea principal fue utilizar este equipamiento no como un límite entre la ciudad y el mar sino como un nexo entre ambos. Así, para el visitante que llega de la ciudad, el edificio se presenta como un suelo que se va convirtiendo en una plaza verde frente al mar.

Mientras los pasajeros que arriban al puerto desde el mar encuentran un espacio cerrado, casi subterráneo, del cual paulatinamente emergen hasta encontrar una plaza interior que se abre a la ciudad. Ambos recorridos se entremezclan en una sinuosa sección que desdibuja el edificio convirtiéndolo en una topografía, en un amontonamiento de suelos y recorridos que funden los tránsitos de entrada y salida con una artificializada naturalidad.Esta característica topográfica del edificio de FOA, ha sido trasladada a gran parte de su obra, pero también a gran parte de la arquitectura que resuelve los transportes de pasajeros. Si bien el entorno de la estaciones ferroviarias es el centro de la ciudad, por motivos claramente funcionales, el de los aeropuertos es el campo y este lenguaje plegado de la topografía a permitido a nuevas instalaciones como la de Lleida establecer vínculos con el paisaje que la rodea.

De este modo el nuevo aeropuerto catalán inaugurado este año y obra del estudio b720, se presenta como un abultamiento del terreno, como un pliegue que acoge bajo su manto la terminal de pasajeros y que se eleva mínimamente para dar cobertura a la torre de control. Toda esta cubrición en parte metálica y en parte de tierra y vegetación autóctona incorpora en su envolvente los colores tierra, ocres y verdes secos del paisaje en el que se asienta, explicitando su labor de edificio de servicio pero también su vinculación con el lugar al que sirve. Así el edificio parece haber superado las necesarias referencias a elementos voladores, pájaros o alas para proponer una arquitectura propia que hable del lugar en el que se asienta y no de la función a la que se encomienda.

La arquitectura más reciente ha sabido de este modo dar respuesta a este complicado equilibrio entre funcionalidad y carácter que hasta ahora otros lenguajes o alegorías formales no habían podido resolver. Tal vez durante estas vacaciones estos edificios se puedan contemplar más como elementos de valor en la ciudad que como salas de terminales a cruzar a la mayor velocidad posible para salir o entrar en un nuevo medio de transporte.

VAUMM _ iñigo garcía odiaga _ publicado en MUGALARI 10.07.30

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

hola