Pruitt-Igoe fue un gran proyecto urbanístico desarrollado entre 1954 y 1955 en la ciudad estadounidense de San Luis, Missouri.
En 1950, la ciudad encargó a la empresa Leinweber, Yamasaki & Hellmuth diseñar Pruitt-Igoe, un nuevo complejo urbanístico que debía su nombre a Wendell O. Pruitt, un piloto afroamericano natural de San Luis que luchó en la Segunda Guerra Mundial, y William L. Igoe, antiguo congresista estadounidense.
La ciudad planificó dos divisiones: los hogares del capitán W. O. Pruitt para los residentes negros, y los apartamentos William L. Igoe para los blancos. Anteriormente a la construcción del complejo, el terreno era conocido como el barrio De Soto-Carr, un gueto de la comunidad negra de extrema pobreza. El complejo urbanístico Pruitt-Igoe estaba compuesto de 33 edificios de once plantas cada uno situados cerca del norte de San Luis, Missouri.
El proyecto fue diseñado por el arquitecto Minoru Yamasaki, quien más tarde diseñaría el World Trade Center de Nueva York. Este fue el primer gran trabajo de Yamasaki, realizado bajo la supervisión y las restricciones impuestas por la Autoridad Federal de Vivienda Pública (PHA, Public Housing Authority). La propuesta inicial consistía en una mezcla de edificios de gran altura, mediana y baja. Fue aceptado por las autoridades de San Luis, pero sobrepasaba los límites presupuestarios federales impuestos por la PHA. La agencia intervino e impuso un edificio uniforme de once plantas. La escasez de materiales provocadas por la Guerra de Corea y las tensiones en el Congreso hicieron más estrictos los controles de la PHA.
En 1951, Architectural Forum alabó la propuesta original de Yamasaki y la calificó como «el mejor apartamento de gran altura» del año. La densidad total fue fijada en un nivel moderado de 50 unidades por acre, de acuerdo con los principios de planificación de Le Corbusier y el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, los edificios fueron organizados en once plantas en un intento de destinar los jardines y la planta baja para zonas comunes.
Finalizado en 1955, Pruitt-Igoe contenía 33 edificios de once plantas cada uno en un área de 23 hectáreas. El complejo albergaba 2.870 apartamentos, convirtiéndose en uno de los más grandes de los Estados Unidos. Los apartamentos eran extremadamente pequeños, con reducidos accesorios de cocina. Los ascensores skip-stop sólo paraban en la primera, cuarta, séptima y décima planta, obligando a los vecinos a utilizar las escaleras en un intento de descongestionar el uso del ascensor. Las plantas bajas fueron equipadas con grandes corredores, lavanderías, salas comunes y conductos de basura.
Pese a los recortes iniciales del gobierno federal, el coste final de Pruitt-Igoe se elevó a 36 millones de dólares, un 60% por encima de la media nacional en vivienda pública en ese momento. Los conservadores atribuyeron el exceso de coste a los salarios inflados de los trabajadores por la influencia de los sindicatos, y a la innecesaria instalación de un costoso sistema de calefacción; estos sobrecostes provocaron una serie de recortes arbitrarios en otras partes fundamentales de los edificios.
No obstante, Pruitt-Igoe tuvo, al principio, buenas críticas ya que era visto como un gran avance en la renovación urbana. Pese a la pobre calidad de los edificios, los proveedores de materiales hacían referencia a Pruitt-Igoe en sus anuncios publicitarios, aprovechando la exposición nacional del proyecto urbanístico.
Poco tiempo después de haberse construido, las condiciones de vida en Pruitt-Igoe comenzaron a decaer; y en la década de 1960, la zona se encontraba en extrema pobreza, con altos índices de criminalidad y segregación, lo que provocó la reacción de los medios internacionales ante el espectacular declive del barrio. A las tres de la tarde del 16 de marzo de 1972 —menos de 20 años después de su construcción— el primero de los 33 gigantescos edificios fue demolido por el gobierno federal. Los otros 32 restantes fueron derruidos en los siguientes dos años. Las dimensiones del fracaso de Pruitt-Igoe, que se convirtió en un icono emblemático, provocó un intenso debate sobre política de vivienda pública.
El proyecto Pruitt-Igoe fue una de las primeras demoliciones de edificios de arquitectura moderna y su destrucción fue descrita por el arquitecto paisajista, teórico e historiador de la arquitectura Charles Jencks como «el día en que murió la arquitectura moderna».
El material grabado de la demolición fue incluido en la película Koyaanisqatsi, de Godfrey Reggio con música de Philip Glass, que compuso una pieza de ocho minutos de duración y que recibió el nombre del proyecto.