El proyecto de regeneración urbana y ampliación del área este del puerto de Reykjavik presentaba como su principal elemento tractor e icónico este nuevo centro de congresos. La desastrosa situación económica de Islandia y su posterior bancarrota en 2008 hizo que la gestión del proyecto pasase de manos privadas a manos de la administración pública, lo que obligó al equipo de arquitectura danés Henning Larsen Architects a colaborar con profesionales locales entre los que destaca el artista danés-islandés Olafur Eliasson.
La intención general del plan urbano era la de transformar esa zona de la ciudad, y convertirla en nuevo centro capaz de revitalizar la economía. La construcción de una gran plaza rodeada de zonas comerciales y de oficinas, edificios residenciales e instituciones educativas, generaría un nuevo barrio dinámico y joven abierto a los negocios. El nuevo Auditorio Harpa, se convertiría así en el referente urbano ya que su impresionante situación en el límite costero junto con su poderosa silueta modificarían la imagen urbana del ámbito.
Henning Larsen recurrió al dialogo con la naturaleza del lugar para establecer las ideas principales del proyecto, así las cuatro salas del edificio se organizan en volúmenes cerrados cuyas formas recuerdan las montañas volcánicas que rodean la ciudad y que configuran el imaginario colectivo de los habitantes de Reykjavik.
Las tres salas menores se abren hacia el lado sur del edificio, mientras que en el lado norte se sitúan los servicios complementarios, tales como oficinas, salas de ensayo y vestuarios y las zonas de carga y descarga. En el centro de estas dos áreas se encuentra la sala de conciertos principal con una capacidad de 1.800 butacas. Las salas hacen referencia a elementos únicos de la naturaleza islandesa, así si la sala de conciertos con su color rojo intenso se relaciona con los cráteres volcánicos de la isla, la geometría de otra de las salas reproduce la del cristal silfburger, un cristal transparente de calcita que únicamente puede encontrarse en Islandia.
En un país como Islandia la naturaleza no es únicamente un valor ecológico o medioambiental, sino que posee una componente equivalente al patrimonio cultural de países como Grecia o Italia. Por este motivo la luz polar del norte, el océano, los volcanes y la lava o el resplandor del cielo fueron traídos como motivos de integración por el artista Olafur Eliasson a la fachada del Harpa. Las complejas geometrías vidriadas del edificio multiplican con sus angulaciones los reflejos generando una expresión cambiante según el ángulo visual, lo que proporciona infinidad de percepciones.
Construidas con diferentes tipos de vidrios y acero, a partir de un sistema modular de poliedros de doce lados inspirado en las formaciones de rocas basálticas de la isla, componen un juego caleidoscópico de colores. En el sur, una composición de más de 1.000 módulos captura y refleja la luz natural, cambiando drásticamente la transparencia, la capacidad de reflexión y el color de la fachada a medida que cambian las estaciones. En el resto de los lados, el sistema tridimensional se simplifica, lo que da lugar a fachadas planas de polígonos de cinco o seis lados, que juegan con los reflejos del agua, las plazas de acceso o los barcos de los muelles cercanos.
Se hace así realidad la idea de Eliasson, de desmaterializar el edificio como entidad estática y dotarlo de vida, para responder al colorido cambiante propio de la latitudes del norte en la que la luz rasante se carga de colores azules o rojizos en función de la hora y la época del año.
Este nuevo centro de conferencias que busca simbolizar el renovado dinamismo de Islandia, presenta sin embargo una contradicción como mínimo llamativa. La planta y la geometría interior del edificio, así como la de las salas podría calificarse de correcta, incluso de clásica, lo que contrasta con la elaborada fachada. Parecería que a un esquema funcional estándar, adaptado correctamente por la oficina de Larsen a los condicionantes concretos del lugar Olafur Eliasson le hubiese añadido un vestido de gala, un rostro que pretende sorprender.
La intervención del Eliasson podría considerarse en este caso cosmética, aunque en un edificio pretendidamente innovador la fachada es el único elemento que responde a esta cuestión, dejando todo la carga expresiva y conceptual a este elemento.
Si la cara es el reflejo del alma, la fachada debería serlo del edificio, aunque en tal vez demasiadas ocasiones parece que toda la arquitectura se esta reduciendo a una cuestión epidérmica y superficial, reduciendo a una imagen toda la esencia de la obra construida.
VAUMM _ iñigo garcia odiaga _ publicado en ZAZPIKA 28.08.2011