Fotograma de «El Manantial» de King Vidor, película en la que Gary Cooper interpreta el papel de un conocido arquitecto.
Durante la historia del cine, se han producido múltiples puntos de encuentro entre ambas disciplinas. Por un lado la arquitectura ha brindado sus recursos, estilísticos y de lenguaje, o sus propias edificaciones, a la creación de los escenarios para acompañar de manera correcta a las historias narradas en las cintas. Por otro, el cine ha servido de soporte a la representación filosófica de la arquitectura a través de las historias de esta temática concreta, en las que a través de la ficción se han podido plantear temas de discusión o debate pertenecientes estrictamente a la disciplina arquitectónica.
Muchas son las referencias arquitectónicas utilizadas por los directores de escenografía para situar las historias dentro de contextos acordes con las secuencias rodadas. Así, cuando en 1925 Fritz Lang rodó, la que probablemente es su cinta más famosa, “Metrópolis”, tomó prestadas imágenes futuristas dibujadas por el arquitecto italiano Antonio Sant’Elia para plantear los decorados.
Las imágenes de la ciudad futurista creadas para la película son un claro ejemplo de la visión expresionista de la época, y la “mejor realidad” de la ciudad soñada por Sant´Elia; se podría afirmar que formalizan la realidad construida de ese proyecto arquitectónico.
Esta interpretación de la ciudad del futuro de Lang, ha sido retomada en innumerables ocasiones, sentando las bases de películas como “Blade Runner“ (1982) de Ridley Scott. Blade Runner, ofrece una visión global de la sociedad del futuro, desde una óptica de continuidad con lo existente, sin plantear una nueva ciudad perfecta, por lo que el resultado desencadena un urbanismo canceroso y una arquitectura sucia, mezcla entre el pasado perenne y la acumulación de nuevas construcciones. Una arquitectura postmoderna por definición, compleja, variada, fruto de la yuxtaposición, la adición o la mezcla, nunca de la premeditación o de un proyecto cerrado, una realidad más acorde con la verdadera construcción de las ciudad.
La música de Vangelis, nos acompaña junto a una arquitectura que recorre desde un paisaje monumental de futuristas torres infinitas hasta fachadas neogóticas. Se contraponen interiores barrocos con esculturas y recargadas barandillas junto con piezas clave de la arquitectura racionalista moderna como La Ennis House, con sus paredes en monoblock, o la torre de oficinas de la fábrica Johnson&Johnson, ambas obras del arquitecto americano Frank Lloyd Wright.
Pero la arquitectura, ha servido al cine también de temática expresa, y son varias las películas cuyo contenido gira alrededor de esta disciplina.
Probablemente la película más carismática en este sentido sea “El Manantial” realizada en 1949 por el director King Vidor, basándose en la novela de Ayn Rand. Gary Cooper interpreta al arquitecto de ficción Howard Roark, en el que muchos han querido ver representado a Lloyd Wright. Ayn Rand quería que los diseños arquitectónicos que aparecen en la película fuesen realizados por el arquitecto americano, opción que se desestimó por falta de presupuesto. Lo cierto es que los diseños mostrados en el film, así como las secuencias de su virtual construcción, presentan unos proyectos de gran calidad e innegable calidad arquitectónica. El contundente mensaje político de la película, “La supremacía del ego, y el individualismo y el egoísmo como virtudes”, encontraron según Ayn Rand su mejor ejemplo en la “noble profesión de la arquitectura, donde ego e individualismo aportan indudables beneficios a la colectividad”, lo que presenta a debate la figura del arquitecto y su relación con su obra.
En esta misma línea los realizadores Joseph Hillel y Patrick Demers presentaban en el año 2004 “¿Vulgar o extraordinario?, Visiones de Mies Van Der Rohe”.
La película plantea un tema reiterativo, pero no por ello menos interesante, de la filosofía arquitectónica, como es la distancia o proximidad que separa o une el lenguaje arquitectónico y la ciudadanía a la que da servicio.
Tomando como punto de partida una gasolinera dibujada por Mies en 1967 en la Isla de las Monjas en Montreal, los autores proponen un viaje iniciático recorriendo la obra del arquitecto alemán. La valoración de la obra de Mies se complementa con entrevistas a expertos y arquitectos contemporáneos como de la talla del propio Rem Koolhaas o de Diller & Scofidio. Como contrapunto necesario a la consagración de la obra por parte de los arquitectos, los realizadores ironizan sobre la calidad de la gasolinera en Montreal, ya que los usuarios entrevistados no encuentran ninguna diferencia estimable con cualquier otra estación de servicio.
Una de las filmaciones más recientes es “Sketches of Frank Gehry” dirigida por uno de los grandes directores contemporáneos Sydney Pollack y estrenada en el año 2005.
Rodada en formato documental se centra en las conversaciones mantenidas entre Frank Gehry y diversos interlocutores, entre los que se incluye el propio director. El realizador tiene el don de desnudar la teoría arquitectónica, abriendo nuevas perspectivas sobre la vida de este arquitecto y de su proceso creativo. Como contrapartida al aspecto deliberadamente informal del rodaje en vídeo y tal vez por ampliar la potencia de la obra de Gehry, Sydney Pollack, ha puesto mucho cuidado a la hora de captar para el cine la grandeza de las obras, desde el primer edificio que diseñó, un pajar en California, hasta las construcciones como el museo Guggenheim de Bilbao y la sala de conciertos Walt Disney de Los Ángeles.
Todas estas visiones y relaciones entre ambas disciplinas han enriquecido a ambas especialidades, ayudando a establecer formatos y gramáticas mixtas, en dos formatos ocupados en esclarecer las potencialidades expresivas del espacio. Lo que viene una vez más a confirmar la grandeza de lo mixto.