Durante estos meses de verano, muchas personas utilizarán instalaciones o estructuras creadas por la arquitectura para amplificar o mejorar el ocio y el disfrute del entorno natural en la época estival. La arquitectura contemporánea, mas que cualquier otra, ha explotado su relación con el ocio y la naturaleza como una forma de acercar la vanguardia a los usuarios y a la sociedad en general. Un buen ejemplo de este modelo de instalación, son las estructuras que a modo de piscinas aprovechan el entorno natural de las mareas o los ríos para permitir el baño o disfrutar del sol, en entornos a priori hostiles. Álvaro Siza, el premio Pritzker portugués, inauguró en su ciudad natal, Matosinhos cercana a Oporto, en 1966 unas piscinas de mar en Leça da Palmeira. El proyecto, que incluye dos piscinas, una de adultos y otra de niños, una cafetería, vestuarios y baños, está situado por debajo de la línea del paseo marítimo que corre a lo largo de la playa. Una serie de muros de hormigón visto, con interiores de madera oscura y cubiertas de cobre geométricamente ordenadas, contrastan con las rocas existentes que apoyadas por dos muros de hormigón definen los recintos de las dos piscinas. El proyecto pretende optimizar las condiciones creadas por la naturaleza, que ya había iniciado por su parte la formación natural de una piscina en aquel mismo sitio. Las rocas se han complementado con las paredes mínimas necesarias para formar la contención del agua, que se renueva con las olas y la marea. Así nació una ligazón mucho más estrecha entre lo natural y lo construido, y una instalación que protege a los usuarios de las violentas aguas del atlántico. Este proyecto de Siza fue rapidamente considerado como una obra maestra y es todavía hoy una referencia a la hora de hablar de naturaleza y arquitectura. En la misma línea la asociación estatal alemana Stadkunst Projekte, una asociación berlinesa que a través del arte promueve proyectos para ampliar las relaciones entre el entorno urbano y la vida cotidiana, convocó un concurso internacional para integrar el río Spree en la ciudad de Berlín. El estudio canario AMP Arquitectos, en su momento compuesto por José María Rodríguez Pastrana, Felipe Artengo y Fernando Martín Menis, y la artista berlinesa Susanne Lorenz, ganaron el concurso al que se habían presentado otros treinta y dos participantes de más de doce países. El resultado es un proyecto innovador que propone animar el río Spree, el cual atraviesa la ciudad de Berlín, con la instalación de un lugar de ocio como la mejor manera de optimizar y activar esa parte de la ciudad. Un enclave situado en el transitado barrio de Treptow, al oeste de la ciudad, en la que confluyen mercadillos, conciertos, teatros y barcos-bares flotantes, convirtiéndose en un lugar de moda en la ciudad.La idea consistía en la recuperación del río como espacio para el baño, siguiendo la tradición de los antiguos baños públicos del siglo XIX. El proyecto se basa en la reutilización,...
Read MoreEl paisaje se ha convertido en los últimos años en un término extremadamente complejo, al que diferentes campos de estudio se acercan desde diferentes perspectivas. A la sociología, el arte o la geografía se les suma la arquitectura, disciplinas que buscan en el paisaje su contexto, su campo de juego. Pero también la economía o el turismo buscan en el paisaje una materia prima a explotar. Nadie discute el valor que el paisaje aglutina, en algunas ocasiones como un elemento característico de una identidad, en otras ocasiones como un valor naturalístico o tal vez como un valor económico si se trata de un paisaje modelado al gusto de la explotación agrícola y cuya característica principal es esta precisamente. Pero el paisaje puede ser también un legado, una idea idílica de la naturaleza que nos rodea, una expresión de la fuerza natural y de su armonía. Puede que sea precisamente esta ilusión de perfección la que lo arruine y es que allí donde hay un paisaje idílico aparece antes que cualquier otra preocupación la necesidad humana de poseerlo. Apropiarse del paisaje mediante su contemplación parece ser un impulso irrefrenable que se antepone, no en pocas ocasiones, incluso a su protección, mantenimiento o cuidado. Sin lugar a dudas en una sociedad saturada ya por el poder mediático de lo ecológico, incluso el turismo, el ocio, y su actividad económica asociada están buscando nuevas ofertas de perfil eco. Explotar el paisaje es posible, se da al visitante la posibilidad de acceder y capturar la naturaleza mientras éste desembolsa parte de sus ahorros en el sector turístico local. En cambio en este proceso aparentemente inmaculado aparece una contradicción instantánea y es que para facilitar el acceso del turista a una naturaleza salvaje, hay que domesticarla primero. Construir accesos, miradores, puestos de observación, servicios y cómo no, parkings que permitan al visitante acceder en su coche hasta el borde de la catarata más inhóspita. La arquitectura tiene aquí el reto de proponer soluciones, de mantener el equilibrio, de plantear proyectos en los que la construcción sea delicada, reversible, es decir que se pueda desmontar sin dejar rastro. Una arquitectura en definitiva de perfil light, en la que la sencillez, la liviandad y su propia desaparición y falta de presencia frente al espectáculo del marco natural se hace obligatoria. Noruega tiene un territorio con un paisaje natural excepcional, al que se le añaden unas condiciones meteorológicas extremas durante el invierno, lo que hace que únicamente sea accesible durante los meses veraniegos, reforzando aún más la idea de disfrutar de la naturaleza durante las vacaciones. En el año 2005 se inició la construcción de las Rutas Nacionales de Turismo, un proyecto que pretende comercializar 18 rutas por el norte del país, que están siendo dotadas de puntos de interés, es decir de pequeñas actuaciones arquitectónicas, que complementan las antiguas carreteras con servicios, miradores o paseos. (www.turistveg.no) Dentro de este plan que se espera finalice en el año 2012 se han realizado ya un gran número de...
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