LOS DIBUJOS DEL ARQUITECTO





El dibujo como lenguaje expresivo de la arquitectura.


En la era del ideal tecnológico, nuevos programas informáticos y la tecnología tridimensional asistida por ordenador, abren nuevos caminos y vías a explorar por la arquitectura. Nuevas arquitecturas virtuales, que a pesar de su tecnificación, han partido de un boceto, de un dibujo realizado con lápiz y papel.


Durante las tres primeras semanas de este mes de septiembre, la galería Ivorypress Art+Books, presenta en su sede de Madrid, 200 dibujos del arquitecto británico Norman Foster. El autor de obras como las estaciones del metro de Bilbao o el aeropuerto de Pekín, el más grande del mundo, es uno de los arquitectos más influyentes del panorama actual y cada nueva propuesta de su oficina, siempre esperadas, marca tendencia.


Su arquitectura, desde el principio de su carrera, con Richard Rogers y el Team 4, siempre ha buscado en la tecnología y en la vanguardia técnica, la vía para proponer edificios distintos, más sociales y más ecológicos.

Pero a pesar de esa característica tecnificación de su obra y de sus propuestas, Foster muestra en esta exposición, sus pensamientos más íntimos, sus dibujos, propuestos como el mejor camino para comprender la esencia de su propuesta arquitectónica. En esta presentación de su obra, llama poderosamente la atención, el contraste entre la vanguardia tecnológica simbolizada por los edificios del arquitecto de Manchester y el soporte utilizado para hacerlo, sus papeles y cuadernos. Una selección de los cuadernos de viaje personales de Norman Foster, en los que durante toda su carrera ha sintetizado, con su preciso, limpio y meticuloso estilo de dibujo, las ideas que iban a dirigir los proyectos que su oficina estaba desarrollando.


Y es que más allá del valor fetichista de los originales, que sin lugar a dudas muestran el carácter de su autor, por ejemplo en su impoluto estado de conservación, a pesar de ser simples bocetos con 50 años de antigüedad; estos dibujos muestran con total radicalidad cómo se organiza el proceso creativo de su arquitectura.

De hecho si uno visita por ejemplo la torre Swiss Re en la city londinense, uno de los últimos rascacielos levantados por Norman Foster, podrá experimentar un buenísimo ejemplo de la arquitectura de la oficina inglesa, mientras que si visiona el croquis realizado por Foster sobre el edificio, podrá entender las preocupaciones, reflexiones y conclusiones, urbanas o constructivas que acompañaron al arquitecto en el proyecto del edificio.

El dibujo manual, denostado por muchos, se muestra aquí con toda su potencia como un lenguaje propio, como un vehículo al servicio del arquitecto, para pensar, para contar y para expresar la arquitectura.


Si uno repasa con detenimiento la biografía de los grandes arquitectos de la historia de la arquitectura, desde Brunelleschi, Bernini o Piranesi, hasta los maestros del movimiento moderno como Le Corbusier, Alvar Aalto o Mies, son pocos los rasgos coincidentes en todas estas fuertes personalidades, exceptuando que desde niños mostraron facilidad para expresarse mediante el dibujo. Esta habilidad expresiva, supera el manejo de la técnica del dibujo, ya que incorpora la necesidad de narrar mediante trazos y líneas. Los dibujos de arquitectura, no pretenden la representación fotográfica del espacio, del territorio o del paisaje, sino comunicar. Es decir, el dibujo además de representar una realidad física, debe ser capaz de trasladar, de comunicar la esencia, el alma del objeto construido.


Alvaro Siza, autor del rectorado de la universidad del País Vasco que se está levantando en la zona de Abandoibarra de la capital bilbaína, es uno de esos arquitectos cuyos bocetos y apuntes mejor describen sus edificios. Sus dibujos, ejemplares de culto, se muestran en múltiples exposiciones conjuntamente con esculturas, que permiten vislumbrar la actitud de este arquitecto ante los problemas de la arquitectura, como la masa, la luz o la materialidad.



Para Siza, el dibujo es básicamente un problema centrado en el observar, en el saber mirar, en el saber entender, más que en la materialización técnica del trazo. Así, el arquitecto portugués, ha confesado en una reciente entrevista que usa el dibujo como un modo de concentración, e incluso que en ocasiones dibuja con los ojos cerrados para comprobar el control que tiene el cerebro sobre la mano sin necesidad de mirar lo dibujado. Este proceso “a ciega” ejemplifica mejor que ninguna otra situación, la distancia entre la carga conceptual, filosófica del dibujo y su materialización técnica.


La tecnología informática ha desarrollado herramientas centradas en la resolución técnica de los problemas, pero por el momento no ha podido resolver la componente conceptual de los dibujos. El largo camino entre ambos mundos, sería similar al recorrido por Frank Gehry en la resolución del Museo Guggenheim, mientras el cuaderno de bocetos a mano del arquitecto canadiense se imponía en el concurso, la concreción de las superficies del museo requirió del sistema de alta tecnología informática catia.



Es precisamente esta separación la que los métodos de representación tridimensional mediante programas informáticos, no pueden alcanzar. Al igual que hay que reconocer que múltiples arquitecturas de vanguardia no podrían ni tan siquiera plantearse sin el apoyo de tecnología informática para su concreción formal, definición constructiva o representación mediante secciones paralelas, tan bien es cierto que la tecnología informática difícilmente podrá sustituir el alma, la inmediatez y la intuición que destilan los de los grandes arquitectos.

publicado en MUGALARI 11.09.09_ VAUMM iñigo garcía odiaga

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