A menudo se cree que los formatos únicamente dan respuesta a las dimensiones de los pliegos, los lienzos o los bastidores, estableciendo relaciones entre sus diferentes dimensiones. De este modo se organizan a nivel industrial las dimensiones del papel, basándose en el número √2 para establecer todas las relaciones entre las partes y el todo. El formato se entiende por lo tanto como una estructura interna, como una regla geométrica bajo cuyo mandato nacen las diferentes series Din A, Din B o Din C. En el caso de los lienzos que sirven de soporte a la pintura artística el formato determina en función de las dimensiones de sus bastidores, los arriostramientos o rigidizadores que se multiplican y colocan respetando esa función. Los formatos son al fin y al cabo estructura, la informática lo sabe bien. Un disco duro debe ser formateado, es decir ser dotado de una estructura interna de campos y pistas, para que la información pueda ser almacenada allí. El formato es por lo tanto orden, un orden que relaciona las partes mediante una unidad de medida, un módulo que garantiza la armonía del conjunto. Los formatos son entonces leyes compositivas, como lo son los ordenes arquitectónicos clásicos, que brindan unidad y proporción a una estructura para garantizar su belleza. Si en el papel en blanco la relación es √2, en la arquitectura clásica todo depende del radio del fuste de la columna en su base. Con esa dimensión puede dibujarse el diámetro, y con él la altura de la columna, y después el intercolumnio y así proseguir hasta llenar por completo la página en blanco con una arquitectura regular y metódica llena de relaciones y proporciones. Una arquitectura formateada plasmada en su papel cuyos lados son relación de...
Read More1ºPremio en el concurso de ideas de ascensor público urbano entre el barrio de Latsunbe Berri y la calle Urbieta. Hernani Hernani. Latsunbe Berri Auzoa eta Urbieta Kaleen arteko hiri igogailuaren ideia lehiaketaren 1.Saria ...
Read MoreDecía Paul Scheebart en 1914 en el texto Glasarchitektur que la arquitectura debía cambiar y evolucionar adoptando el vidrio como paradigma de la modernidad y de una sociedad más elevada culturalmente. Las construcciones de muros de carga con pequeñas ventanas debían transformarse en edificaciones abiertas que introdujesen la luz del sol, de la luna y de las estrellas en los espacios del habitar. Scheebart en definitiva propugnaba una arquitectura que permitiese la relación de un nuevo hombre, del hombre moderno con la naturaleza y con el entorno. La arquitectura del movimiento moderno se hizo caso de relación entre transparencia y modernidad. Al fin y al cabo la ventana es un elemento comunicativo de la arquitectura, un elemento que relaciona el interior con el exterior, sin la cual la arquitectura sería mera construcción. El muro de carga se convertía en cristal y no únicamente el entorno pasaba a formar parte del espacio de la vivienda sino que la propia arquitectura se diluye en el espacio natural. Un ejemplo paradigmático de la historia de la arquitectura es el de la casa Farnsworth construida por Mies Van der Rohe en 1949, en una magnífica parcela junto al río Fox. La temible época de crecidas del río inundaba parcialmente la parcela de forma cíclica, lo que hizo necesario que la vivienda se separase físicamente del terreno sobre el que se implantaba, levantándose sobre un basamento ligero de metro y medio de altura. El proyecto mantuvo los árboles de la parcela, situando la casa cuidadosamente entre los impresionantes arces centenarios que ocupaban el solar. Los cantos blancos de los forjados del suelo y de la cubierta delimitan un espacio horizontal cerrado por planos de vidrio que se abren de manera ilimitada integrando la naturaleza en la vivienda. Únicamente la cocina y el pequeño aseo proyectados como una gran pieza de mobiliario en el centro de la planta conforman lo que podríamos denominar como cerramientos. La característica forma de H de esta pieza delimita unos recintos que dentro de la burbuja vítrea de la casa se especializan como salón, comedor o estar, sin llegar a convertirse en habitáculos cerrados. Al observar la obra, uno comprende que la arquitectura se desvanece y va desapareciendo incorporándose a la naturaleza y absorbiendo el entorno que la rodea. Sesenta años después los proyectos de viviendas unifamiliares de Sou Fujimoto y Ryue Nisihizawa reinterpretan este concepto de transparencia pero en un contexto similar el del paisaje urbano. Nisihizawa acaba de inaugurar una pequeña vivienda de cuatro plantas en un estrecho solar para dar respuesta al deseo de sus clientes, un publicista y una escritora que querían vivir en el centro de la ciudad y cerca de su ámbito de actividad profesional. Entre dos altos edificios, el solar se abre a través de una escueta fachada a la concurrida calle principal del barrio, por lo que el proyecto sirve de soporte a plantas y flores que construyen una suerte de jardín vertical para apoyar la privacidad de la vivienda. La casa no...
Read MoreLa primera mitad del siglo XX supuso el asentamiento del hormigón armado como el nuevo material de la arquitectura. Su capacidad estructural abrió el camino a la inventiva en el sentido de la utilización de grandes estructuras de hormigón para edificio públicos. Todavía hoy esa generación de arquitectos e ingenieros que experimentaron con nuevas formas derivadas del uso del hormigón son respetados y aclamados, y sus trabajos tienen gran eco en la arquitectura más contemporánea. Freyssinet, Torroja, Maillart o Nervi son los nombres de esos maestros constructores e ingenieros que con el nuevo siglo abrieron nuevos caminos. Su aportación en el ámbito de la construcción va mucho más allá del manejo del hormigón armado, introduciendo no solo el uso del nuevo material sino nuevas tipologías formales que mejoraban su comportamiento. Por ejemplo cabe destacar las figuras del ingeniero francés Eugene Freyssinet que fue el primero en el uso de hormigones pretensados, o la de Eduardo Torroja que apostó por el uso de estructuras laminares de bajo espesor. La obra de Torroja, como su personalidad, sobria y silenciosa, sigue viva en la memoria y en las referencias de las escuelas de ingeniería de todo el mundo. El frontón y el bolatoki del barrio donostiarra de Añorga, encargados por Cementos Rezola con el fin de sustituir los viejos equipamientos fueron inaugurados en el año 1949. El interés de ambos edificios está en el arriesgado planteamiento de la estructura de cubierta. Una finísima lámina de hormigón de 5 centímetros creada mediante formas cónicas entrelazadas da a dicha cubierta un aspecto ligero y ondulado. Esa ligereza expresada por la cubierta es posible gracias al concepto de lámina, que mediante su sección en curva adquiere condiciones mecánicas suficientes para sustituir las vigas tradicionales. Otras dos obras claves en la trayectoria de Torroja son el frontón Recoletos y el Hipódromo de la Zarzuela, ambos en Madrid. El frontón Recoletos, construido en 1935 con el arquitecto bilbaíno Secundino Zuazo, es un gran espacio cubierto por una lámina compuesta de dos secciones circulares de casi 60 metros de largo y con unas celosías triangulares que permitían la entrada de la luz del norte para iluminar la cancha sin deslumbrar a los pelotaris. La bóveda del frontón Recoletos es tal vez la máxima expresión de la ingeniería estructural donde función y forma alcanzan un punto de simplicidad y belleza, a la vez preciso y armónico. Torroja cubre el frontón con una bóveda que no es tal, ya que el estudio detallado de la estructura descubre que en realidad se trata de una doble viga curva que se apoya en el frontis y en el rebote, una solución que apuesta por el ingenio frente al despilfarro, y de la que se podrían sacar grandes conclusiones hoy en día. La marquesina del Hipódromo de la Zarzuela, que vuela casi trece metros, es probablemente el otro gran edificio de Eduardo Torroja. Además de la espectacularidad del sistema estructural hay que añadirle dos situaciones de contexto que aumentaron la épica del edificio. Por un...
Read MoreDurante estos días los escenarios del Kursaal y del Victoria Eugenia recibirán la 59 edición del festival internacional de cine de San Sebastián. Desde otro punto de vista más alejado, será la propia ciudad donostiarra la que sirva de escenario al propio festival. La arquitectura y el urbanismo de la ciudad configurarán el espacio humano en el que se debatirán las películas, se perseguirá a los actores y se discutirán los premios. El urbanismo de San Sebastián es uno de los ejemplos más valorados en las escuelas de arquitectura de todo el mundo. La forma en que los crecimientos del centro urbano supieron respetar el casco histórico, mientras potenciaban la relación de la ciudad con su entorno natural, la bahía, el río y los montes lejanos son todavía hoy motivo de estudio continuado. La arquitectura contemporánea de la ciudad ha respetado este ideal de implantación urbana. El Kursaal de Rafael Moneo reinterpretaba la desembocadura del Urumea y su relación con los montes Urgull y Ulía a través de la metáfora de dos rocas varadas en la playa de la Zurriola, lo que le supuso el premio Mies Van der Rohe, el premio a una obra arquitectónica más importante otorgado en Europa.La recientemente inaugurada obra de rehabilitación y ampliación del museo San Telmo, realizada por los arquitectos Nieto y Sobejano, vuelve a incidir en la relación de la arquitectura con los elementos naturales y articula en su fachada de fundición de aluminio todo un discurso sobre esta temática. La piel de la nueva ampliación se perfora planteando una relectura de los orificios naturales que la erosión del mar crea en los bloques de arenisca del monte Urgull y en los que crecen pequeñas plantas y hierbas. Un riego por goteo integrado en la fachada permite el crecimiento de plantas que se sirven de los orificios del nuevo muro de aluminio para ver el exterior de la plaza Zuloaga. Si la ciudad es el marco, el entorno en el que se desarrolla la vida de sus habitantes, el cine necesita de esos mismos escenarios para poder contar mediante los fotogramas impresos en el celuloide historias de todo tipo. Han sido múltiples las ocasiones en las que espacios de nuestro entorno próximo han sido utilizados para formar parte, como un actor más, de películas de todo tipo. Un buen ejemplo es «Papillon» del director Franklin J. Schaffner, estrenada en 1973, ubicó el inicio de la historia en el casco antiguo de Hondarribia. Steven McQueen y Dustin Hoffman desfilan junto a una compañía de prisioneros custodiados por el ejército francés de camino a las prisiones de la Guayana francesa embarcando en Hondarribia y ante la atenta mirada de cientos de ciudadanos que ocupan su concurrida Alameda. El espacio urbano de ocio que configura la Alameda, ocupado por niños que juegan y ancianos pescadores que descansan a la sombra de los plataneros en el centro del casco de Hondarribia contrasta con la dureza del tránsito de los reos hacia su prisión que para muchos...
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